Victoria Pérez Castillo - Interiorista

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Más propiedades del color: tono, brillo y saturación

Sé que estaréis deseando empezar a aplicar el color con un criterio más profesional en vuestras casas, pero antes debemos repasar otros conceptos que nos ayudarán sin duda a tomar las mejores decisiones. Todos ellos nos van a permitir escoger qué tipos de combinaciones o esquemas aplicar en decoración.

Me refiero a tres atributos esenciales que nos van a permitir identificar con más precisión un determinado color: tono, brillo y saturación.

Tono, muchas veces confundido con el color

El tono hace referencia a la frecuencia dominante que percibimos a través de nuestros ojos, y que vinculamos a un determinado color.

De tal manera que un color es identificado habitualmente por el nombre de su tono o matiz dominante: rojo, verde, amarillo, etc. Es una propiedad conocida también como matiz o croma.

En la práctica, cuando queremos reconocer un color el primer paso es identificar su tono, o sea, la posición del espectro en la que se encuentra. Y colores similares a menudo comparten el mismo tono. Concretamente cuando hablamos de un color rojizo, el tono que tiene es rojo. Pero cuando nos referimos a un verde, puede tener un matiz/tono amarillo o azulado, dependiendo de la proporción de los colores primarios que originaron el verde.

A menudo el tono se confunde con el término “color”, cuando en realidad el tono hace referencia a una parte identificativa del color. Cuando empleemos esta propiedad, siempre debemos tener en cuenta que nos estamos refiriendo únicamente al nombre de un determinado color, sin tener en cuenta la luminosidad o la saturación que son otras propiedades que veremos a continuación.

Comúnmente se dice que el ojo humano es capaz de distinguir alrededor de 150 matices y cada uno de ellos puede ser descrito empleando uno o dos de los colores primarios y secundarios que lo componen. Pero en la práctica, todas las muestras de color contienen más de un matiz de color. Es más, aunque un determinado color pueda parecernos puro a simple vista, perderá su aparente “pureza” cuando lo coloquemos al lado de otro color con el que comparta un mismo tono o matiz. Dos verdes, dos rojos, etc.

Brillo, la cantidad de luz emitida o reflejada

También conocido como valor, luminosidad o intensidad. Un montón de sinónimos sin duda, para una misma propiedad. La luminosidad hace referencia a la cantidad de luz presente en el color con relación al blanco o al negro. Como diríamos de manera coloquial, si es más claro o es más oscuro.

Según sea el valor/luminosidad de un determinado color, nos encontraremos con una gama que va desde un color vivo a un color que consideramos apagado o sombreado. Los primeros, los vivos, los interpretamos como más intensos, brillantes o puros, mientras que los apagados se identifican como manchados o sucios.

Para clasificar estos niveles de valor, se utiliza una escala que de extremo a extremo va desde el blanco hasta el negro, y se denomina escala de grises o escala de valor.

Así pues, el más blanco tendrá un “valor” alto (refleja más luz), y el más negro tendrá un “valor” bajo en la escala (corresponde a un objeto que absorbe más luz).

Pues bien, dentro de la escala de valores de un color podemos distinguir dos zonas. La zona de los tintes y la de las sombras:

  • Los tintes son aquellos tonos de un color más claros que el color de referencia que podríamos calificar como neutro. Se consiguen añadiendo diferentes cantidades de blanco a ese color base.

  • Las sombras son los tonos más oscuros, y que se consiguen mezclando el color base con negro.

El brillo, valor o luminosidad es una de las cualidades más importantes del color a la hora de hacer que una determinada imagen sea más fácil de interpretar. Si todos nuestros colores tienen una luminosidad parecida, la imagen se verá plana, sin profundidad.

En cambio, al usar un amplio rango de valores y componerlos de forma adecuada, hará que un determinado elemento de la imagen sobresalga. Por lo tanto, si los elementos de una composición en primer plano tienen una luminosidad similar a la del fondo, serán mucho más difíciles de distinguir.

Saturación, el grado de pureza

Se refiere a la viveza del tono, la cantidad de color puro que hay en una muestra concreta. Al grado de pureza.

Esta propiedad diferencia un color intenso de uno pálido.  De hecho, los colores puros están totalmente saturados. A mayor pureza del color, más saturación.

Así pues, un color muy saturado es un color en su máximo matiz, que no contiene casi blanco ni negro. Y un color muy desaturado es aquel que ha sido mezclado con un gris hasta el punto de que ya casi no reconocemos su matiz.

Debemos tener en cuenta que la saturación es una cualidad distinta del valor/luminosidad, ya que podemos reducir la saturación de cualquier color sin cambiar su valor/luminosidad.

En la práctica, una forma de cambiar la saturación de un color sin cambiar su brillo, es mezclarlo con un gris de su mismo valor.

Otra forma de cambiar la saturación de un determinado color consiste en mezclarlo con su complementario (explicaremos este concepto más adelante), ya que los colores complementarios se neutralizan cuando son mezclados. Aunque en este caso, el resultado tendrá un cambio tanto en saturación como en su tono.

Por ejemplo, si mezclamos amarillo y violeta, el amarillo se vuelve cada vez menos saturado y menos luminoso. Mientras que el violeta se vuelve menos saturado, pero más luminoso.

Asumidos estos conceptos, llega el momento de la verdad. ¿Cómo aplico los colores en una determinada estancia? ¿Cuáles son mis objetivos a la hora de elegirlos? ¿Busco armonía o contraste? Lo verás en mi próxima entrega.